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martes, 15 de febrero de 2011

Guadameñe

En los albores de la medicina, determinados individuos utilizaban minerales, plantas o restos de animales, junto con sugestión, música, bailes... para ejercer un efecto terapeútico sobre las gentes primitivas. Podríamos clasificar a estos primeros "médicos" como brujos, chamanes, hechiceros, adivinos...


En el caso de las tribus Guanches, que son los Amazigh (que significa "hombres libres", palabra con la que hoy se siguen llamando así mismos todos los bereberes en el Norte de África) asentados en las islas Canarias antes de la copnquista de las mismas por los castellanos, el más alto cargo dentro de este colectivo de sacerdotes-brujos-adivinos-chamanes era el Guadameñe, Guañameñe o Zahorí.

Estos hombres ejercían gran influencia entre los gobernantes guanches, los menceyes, y gozaban así de gran reconocimiento, siendo capaces de interpretar los aconecimientos naturales y celestes. El cronista José Rodríguez Moure describe como uno de estos Guadameñe predijo mucho tiempo antes de la llegada de los castellanos a Canarias: "dentro de unos pájaros grandes de blancas alas vendrían a la Isla (Tenerife), por el mar, otras gentes que se habrían de enseñorear de ella"... Estos augurios dieron lugar a que cada menceye pactara con los demás un acuerdo de mutua defensa en caso de necesidad si se veían atacados, el cómo un adivino aborigen pudo llegar a vaticinar esto es un misterio...

Cada Guadameñe presidía un Tagoror ("recinto circular de piedras" o "lugar de reunión"), asamblea donde se agrupaban las autoridades de cada pueblo. Con la conquista estos lugares fueron desapareciendo, pero aún hoy quedan algunos que se pueden ver... En Gran canaria se les llamaba Sábor.


Se cree que todos los conocimientos religiosos, las terapias primitivas y demás, eran transmitidas entre los familiares, de manera que se conservara el conocimiento en la misma familia, de forma muy similar a otros lugares en el mundo.

Vestimenta tradicional Guanche

Productos medicinales (Tomado de www.mundoguanche.com)

Para curar sus enfermedades, los isleños se valían de ciertos recursos terapéuticos proporcionados por el medio natural, de entre los cuales destacaban un buen número de plantas medicinales.

Por ejemplo, de las hojas del cardón extraían una especie de jugo blanco, amargo y nauseabundo, cuyo tufo era utilizado para despertar a los que permanecían dormidos. Esa misma leche, convertida en polvo, se aplicaba de forma externa para tratar las caries y las heridas producidas durante las sangrías.

Por su parte, la resina de la tabaiba dulce, una vez coagulada, se masticaba para desalivar y fortalecer la dentadura, mientras que el líquido de la tabaiba salvaje, pegajoso, acre y de olor desagradable, era empleado para cauterizar empeines. La corteza de esta misma planta se aplicaba sobre las articulaciones enfermas para que actuase como revulsivo, produciendo la irritación de la piel y la posterior formación de úlceras que supuraban abundantemente. Dicha práctica siguió siendo de uso habitual en el campo isleño a la hora de tratar la artritis crónica, antiguas luxaciones o fracturas cuya articulación no acababa de funcionar correctamente.

La sangre de drago se ingería para sanar disenterías y hemorragias del tubo digestivo, y se bebía con leche fría y desnatada como remedio contra la colitis. También se aplicaba de forma externa para secar y cicatrizar úlceras o para fortalecer las encías y los dientes.

El fruto del mocán, la yoya, era utilizada en la elaboración del chacerquén, una especie de miel que servía para quitar dolores y náuseas, pero también como astringente tras ser mezclado con la corteza del propio árbol. Además, se tomaba mezclado con el zumo de otras hierbas medicinales y con el suero de la leche, al que los isleños atribuían efectos laxantes.

Así mismo, se empleaba la tisana de greña, por sus cualidades diuréticas; las infusiones, conservas y jarabes de borraja, como sudorífero y expectorante; la miel de palma, como derivativo y el guarapo como refresco. Sin embargo, como veremos, no todos los recursos medicinales procedían del reino vegetal...

Entre los recursos terapéuticos obtenidos del reino animal, ocupaba un lugar destacado la manteca o mulan, que se untaba en la piel de los enfermos durante las escarificaciones y ciertas dolencias. También era utilizada por los luchadores, con el objetivo de resistir mejor los golpes durante las peleas. Si recibían heridas, también las trataban con estopas fabricadas con juncos, que eran previamente empapadas con manteca hervida.
Además, como ya hemos dicho, a la leche se le reconocían efectos laxantes. La tomaban en ayunas, con nata o mezclada con chacerquén, miel de palma u otras hierbas. También era utilizada como coadyuvante en el tratamiento de la disentería y en toda clase de hemorragias.

Por último, se obtuvieron rendimientos benéficos de determinadas aguas minerales, especialmente en la isla de Gran Canaria. A las aguas de Salinetas y Playa de Gando se les atribuían propiedades laxantes, mientras que las de Firgas, Teror, Azuaje y Valle de San Roque eran indicadas para tratar dolencias y fatigas del estómago.

BOSCH MILLARES, Juan. 1962. «La medicina canaria en la época prehispánica». Anuario de Estudios Atlánticos 8: 83-135.

BOSCH MILLARES, Juan, y Juan Bosch Hernández. 1981. La medicina en la provincia de Las Palmas, desde su origen hasta fines del siglo XIX. Las Palmas de Gran Canaria: Mancomunidad de Cabildos, Plan Cultural, Museo Canario. (Colección “Guagua”).

Pero los Guadameñe conocían también técnicas quirúrgicas para tratar las patologías traumáticas, las más frecuentes afecciones de los primitivos guanches.  Así, las heridas infectadas las trataban con cauterizaciones con tabonas calientes, y las heridas más limpias con musgo, resinas, cenizas o similares... pues pensaban que la humedad era perjudicial para la curación. También realizaban sangrías, escarificaciones  y trepanaciones. Para la patología más recuente, las fracturas, realizaban un vendaje circular con tela de junco que era envuelto a su vez por vendas de cuero, untadas con resina de pino para darles consistencia. Después, colocaban la extremidad fracturada sobre un entablillado de tabaiba y la sujetaban con cuerdas de junco y tiras de cuero.

 Así, estos chamanes desconocidos en gran medida por la historia desempeñaban su labor médica sin los medios que tenemos hoy día dando soluciones a algunos problemas, acertando a veces y otras errando... ¿De dónde proviene este conocimiento?

2 comentarios:

  1. Hola J.! Pues me ha ido como yo esperaba más o menos, así que creo que podré hacer una especialidad que me llene de verdad. De momento me decanto por pediatría, rehablitación o medicina de familia... Aunque creo que podría ser feliz en practicamente cualquiera, buscando mi hueco de una u otra forma...

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